domingo, 18 de abril de 2021

Taller 11 El Perdón

 

El Perdón.



Vídeo testimonio "Perdonar lo imperdonable"




Etimología del perdón

Afesis (griego.) sustantivo perdón

Afiesis (griego.) perdonar,

liberar de un cargo, liberar de una obligación, de una deuda, de un castigo ,de un quebranto o de una opresión, dejar atrás, enviar, desistir, remitir, dejar ir, soltar, lanzar, despedir, renunciar, abandonar, entregar, dejar en paz, permitir, no permitir, salir, abandonar.

El perdón tiene doble dirección:

Hay que dar perdón a otros y también hay que pedir y recibir perdón de Dios y de otros. Es indudable que mientras no perdonemos no podremos progresar directamente por cuenta de Dios en nuestra vida, debido a que el progreso integral es un efecto de la vida espiritual, porque Dios no puede escuchar nuestras peticiones hechas desde el odio o el rencor: Marcos 11, 12 -14.20 -26; Lucas 6, 27 - 36; Mateo 18, 21 -35; Lucas 4, 18; Mateo 15, 12 - 20; Apocalipsis 2,4.

Que es y que no es perdonar.

Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor sin amargura, uno se acuerda del frío del invierno pero ya no tiembla, porque ha  llegado el verano. Perdonar no es justificar malos comportamientos, propios o ajenos.

Perdonar no significa que estés de acuerdo con lo que pasó, no significa dar la razón al ofensor, ni tampoco excluye que tomes medidas para cambiar la situación o proteger tus derechos.

Perdonar no es negar ni reprimir la rabia y el dolor, simulando que no pasó nada, cuando hay cosas de la otra persona que me hace daño. Esconder el pasado involucra negación, negar el pasado significa negar mi historia la negación de lo que soy, de mi identidad, y es negar la posibilidad de llegar a ser lo que Dios quiere que yo sea.

Perdonar no es olvidar: Los que desean olvidar todo lo que les han hecho encuentran que no lo pueden hacer. Cuando Dios dice: No me acordaré de tus pecados (Isaías 43,25), está afirmando que no usará el pasado contra nosotros. No pospongas el perdón a quienes les hayan ofendido con la esperanza de que desaparezca el dolor. Una vez que decides perdonar a alguien, Cristo sanará tus heridas. No sanamos para olvidar, perdonamos para sanar.

Perdonar es estar de acuerdo en vivir con las consecuencias del pecado de otra persona. Todos estamos viviendo con las consecuencias del pecado del otro. Sin embargo, podemos hacerlo en la esclavitud de la amargura o en la libertad del perdón.

Pero ¿dónde está la justicia? La cruz hace que el perdón sea legal y adecuado en lo moral. Jesús murió una sola vez por todos nuestros pecados.

El hizo eso echando sobre sí mismo las consecuencias de nuestros pecados. Al que no conoció pecado por nosotros Dios lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 corintios 5, 21). Recuerda que para poder perdonarlos, Jesús no espero que quienes lo estaban crucificando se disculparan. Incluso mientras se burlaban y lo  abucheaban, Él oro,  Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, (Lucas 23 ,34).

El perdón y la curación física.

Nos podemos enojar (Cf. Efesios 4 ,26-27), si la ira permanece se convierte en odio, también sentimientos de rabia, angustia, temor, influyen no sólo en el estado de ánimo sino también en las respuestas fisiológicas de nuestro organismo relacionadas con las enfermedades físicas porque hay más liberación de la sustancias de adrenalina qué daña el sistema inmunológico y el cortisol produciendo enfermedades físicas y psicológicas.

El perdón produce el efecto contrario estimula la liberación de serotonina, neurotransmisor que juega un papel muy importante en el humor, sueño, ansiedad y el dolor y endorfinas llamadas la droga de la felicidad por el bienestar qué se siente cuando se liberan.

El Señor Jesucristo médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdono los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Cf. Marcos 2, 1-12), quiso que su Iglesia continúe con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de salvación y de curación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación la penitencia y de la unción de los enfermos. Catecismo de la iglesia Católica numeral 1421-1422, 1499.


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Taller

¿A quién necesito perdonar?

Inicia este tiempo con reflexión y oración pidiéndole a Dios que te ayude a reconocer como estas en tus relaciones contigo y con los demás.

Diapositiva 

Cuatro clases de perdón

Audio Perdón a sí mismo.



 

Reconoce la verdad acerca de tu padre Dios.

Rechazo la mentira que de que mi padre Dios es:

Prefiero creer la verdad de que mi padre Dios es:

Distante y no se interesa por mí.

Cercano e involucrado. Salmo 139 1-18.

Insensible e indiferente

Amable y compasivo. Salmo 103, 8-14

Severo y exigente.

Reconocido y lleno de gozo y amor. Sofonías 3, 17, Romanos 15,7.

Pasivo y frío.

Cálido y afectuoso. Isaías 40, 11 Oseas 11, 3-4.

Ausente y demasiado ocupado

Alguien siempre conmigo ansioso de estar conmigo. Jeremías 31, 3

Impaciente iracundo y rechazador

Paciente y lento para la ira. Éxodo 34, 6; 2 Pedro 3,9. Amoroso, dulce y protector Jeremías 32, 3 Isaías 42,3; salmo 18, 2

Alguien que trata de eliminar la alegría de vivir

Confiable y quiere darme una vida plena su voluntad es buena agradable y perfecta. Lamentaciones 3, 22-23; Juan 10, 10; romanos 12, 1-2

Controlador o manipulador

Lleno de gracia y misericordia y me permite fracasar. Lucas 15, 11-16 y Hebreos 4, 15-16

Condenador o no perdonador

Bondadoso y perdonador; su corazón y sus brazos siempre están abiertos para mí. Salmo 130 1-4 y Lucas 15, 17-24

Un perfeccionista, exigente, que se fija en pequeñeces

Comprometido con mi crecimiento, orgulloso de mi como su hijo amado. Romanos 8, 28-29, Hebreos 12, 5-11, 2 Corintios 7,4

 

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